
Todavía recuerdo la primera vez que me leí mis propios Registros Akáshicos.
No sabía qué esperar… solo tenía una sensación en el pecho, como si mi alma me estuviera susurrando: “Escúchame, por fin”.
Y fue así.
En esa sesión senti y pude hablar con mi papá que tenia menos de un mes de haber fallecido, pude recibir su mensaje de amor, de que era uno de mis guías espirituales, saber que el alma nunca muere. En otra sesión, me mostraron una vida pasada donde yo era sanadora y fui acusada por la santa inquisición y mi principal acusador era quien en esta vida fue mi padre
Lo curioso es que en ese momento de mi vida yo también me estaba escondiendo… tenía miedo de ofrecer mis terapias, de que no creyeran en mí, que pensaran que era una bruja y me juzgaran, de no ser suficiente y a su vez pude comprender la relación que tuve con mi papá, como en esta vida me dio la vida, muchos de los aprendizajes que tuvimos juntos y como sanar esa relación karmica.
Y esa información no solo me dio respuestas, sino fuerza.
No se trataba de aprender algo nuevo, sino de recordar lo que ya soy.
Desde entonces, los Registros Akáshicos se convirtieron en mi brújula.
Cada vez que me siento perdida, me leo.
Y cada vez que leo a otra persona, mi alma también aprende.
He tenido sesiones que me han dejado con lágrimas en los ojos (la mayoria)
Como aquella vez con una mujer que no entendía por qué repetía relaciones tóxicas una y otra vez.
Cuando abrí sus Registros, su alma habló tan claro:
“Está repitiendo el abandono de su madre para aprender a elegir lo contrario.”
Y con ese mensaje, ella no solo entendió… se liberó.
Empezó a elegir diferente. Empezó a elegirse.
También recuerdo a una mujer que llego a consulta después de vivir la muerte de su esposo, y lo primero que salió fue un mensaje de su esposo fallecido, hablándole, diciéndole que siempre la acompañaba, sintiéndose ese amor que no termina, ¡la muerte no es el fin!
Tantas y tantas “historias” a veces increíbles
No se trata de adivinación ni magia vacía.
Es amor. Es recordar quién eres más allá del dolor, de los miedos, de lo que el mundo te ha dicho que deberías ser.
Los Registros Akáshicos te muestran el para qué de tus heridas.
Te explican por qué elegiste ciertos padres, ciertas experiencias, incluso ciertos desafíos.
Te revelan qué dones traes de otras vidas.
Qué tienes que soltar.
Qué aún no ves de ti.
Hay veces en que me preguntan:
“¿Y tú también te lees cuando estás mal?”
Y sí. Y muchas veces lloro.
Pero no es un llanto de tristeza… es un llanto de “¡por fin entiendo!”.
A veces me han mostrado partes mías que necesitaban más compasión.
Otras veces me han recordado que mis guías siempre están conmigo, incluso cuando me siento sola.
Y hay veces en las que no dicen nada… solo me abrazan con su energía.
Eso también es sanación.
Porque no siempre necesitamos respuestas.
A veces solo necesitamos sentirnos vistas por el alma.
Y eso hacen los Registros.
No son solo para saber qué hacer…
son para recordar quién eres.
Y si estás leyendo esto, tal vez sea porque tu alma también quiere hablarte.
¿Y si te regalaras ese momento?
Quizá no necesitas más consejos.
Solo una conversación con tu alma.
Y cuando estés lista, los Registros estarán esperándote…
igual que yo.