Brisas Angelicales:

Recuerdo perfectamente la primera vez que usé una brisa angelical en mi propio altar.
Había tenido un día pesado. Me sentía abrumada, con el corazón apretado, como si algo invisible me estuviera cargando los hombros. Encendí una vela, respiré profundo… y rocié alrededor de mi aura una bruma con aroma a lavanda y rosas, intencionada con amor, con oración y energía de los arcángeles.

En ese instante, algo en mí se aflojó. No fue solo el aroma. Fue como si mis guías me abrazaran.
Como si el aire se volviera más sagrado.
Lloré. Me sentí segura. Y supe que había creado algo poderoso: un portal de luz que te acompaña en lo cotidiano.

Pero esa certeza no llegó sola. Llegó después de una herida.

Hubo una etapa de mi vida que marcó profundamente el nacimiento de estas brisas. Estaba atravesando días muy difíciles, con un shock emocional intenso. Había descubierto que partes de mi infancia estaban bloqueadas. Ese hallazgo me removió el alma. Me sentía vulnerable, confundida, en dolor profundo.

Recuerdo ese día con claridad. Mi brisa preferida, la del Arcángel Zadquiel —el arcángel de la transmutación— se cayó y se rompió. En ese momento sentí que no era solo el frasco… era yo misma la que se estaba quebrando. Lloré. Me enojé. Me sentí rota, fragmentada.

Pero unas horas después, algo se encendió en mí. Una chispa de inspiración, o quizá fue una respuesta desde lo más profundo de mi alma.
Sentí el impulso de crear mis propias brisas, para acompañarme en ese proceso, para consagrar mis lágrimas y convertirlas en medicina
.

Ahí nació lo que hoy llamo Yo Soy Alquimia.

Porque muchas veces, desde lo más doloroso, también nace la resiliencia.
Nace la sabiduría.
Nace la luz.

Las brisas angelicales surgieron como aguas energizadas no solo con plantas y esencias, sino con memoria emocional, intención espiritual y amor alquímico. Son el resultado de mi propio camino de sanación. Son mis aliadas y las de muchas personas que, como tú, están eligiendo volverse a mirar.

Son aguas sagradas creadas con ingredientes naturales (lavanda, incienso, romero, manzanilla, salvia…) pero sobre todo, intencionadas energéticamente. Cada una está consagrada con:

  • Reiki canalizado
  • Energía de los Arcángeles
  • Agua energizada con cuencos de cuarzo
  • Péndulo
  • Flores de Bach

No son perfumes. Son rituales embotellados.
Son portales que puedes invocar cada día.

1. Antes de meditar o canalizar
Rocía tu aura y tu espacio. Cierra los ojos. Di:
“Abro este espacio sagrado. Me dispongo a recibir luz, guía y claridad.”

2. Al despertar
Rocía sobre tu pecho y tu coronilla. Di:
“Hoy camino con presencia y guía divina. Estoy protegida y en armonía.”

3. Durante momentos de ansiedad o tristeza
Inhala profundamente, rocía sobre tu corazón. Visualiza una luz envolviéndote y repite:
“Me sostengo. Me abrazo. Estoy contenida por la energía divina.”

4. Antes de dormir
Rocía sobre tu almohada. Enciende una vela o pon tu mano sobre el corazón y di:

“Descanso en paz. Entrego mis pensamientos y emociones al cielo.”

5. En tus rituales de luna o de intención
Rocía tus cuarzos, tu altar, tu carta de intención. Activa la energía del ritual. Sella el momento con luz.

6. Si eres terapeuta, antes de una sesión
Prepara tu espacio y tu energía rociando la brisa correspondiente. Eleva el campo vibracional. Puedes usarla también con tus consultantes si es apropiado.

 Una experiencia que nunca olvido:

Una mujer me escribió una vez para contarme que llevaba semanas con ansiedad y no lograba dormir. Usó la brisa del Arcángel Chamuel antes de acostarse, rociando su pecho y su almohada. Me dijo:
“No sé cómo explicarlo, pero sentí que alguien me abrazaba. Me sentí contenida. Dormí profundamente por primera vez en mucho tiempo.”
Y eso es lo que hacen: envuelven, contienen, transforman
.

  • Protección y corte energético (Arcángel Miguel)
  • Calma, amor propio (Arcángel Chamuel)
  • Transmutación emocional (Arcángel Zadquiel)
  • Sanación física, emocional, espiritualmente (Arcángel Rafael)
  • Apertura espiritual (Arcángel Metatrón)
  • Abundancia y magnetismo (Arcángel Uriel)
  • Cierre de ciclos y duelo (Arcángel Azrael)

 Cierra tu día con un suspiro de luz

A veces, sanar es
Es crear un instante contigo, con aroma, con intención.
Es rociar tu alma con amor.
Es recordar que estás guiada, siempre.

Y cuando estés lista para hacerlo, tus brisas estarán ahí, como una caricia invisible que te dice al oído:

“No estás sola. Tu luz no se ha apagado. Solo necesitas volver a ti.”

Que tu día empiece y termine con un acto de amor hacia tu alma.

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